La montaña del Farell se encuentra en plena cordillera prelitoral, precisamente en la vertiente oeste de la villa termal de Caldes de Montbui. Desde esta hermosa población de fundación romana y de enorme tradición balnearia se asciende por carretera asfaltada a través de un bosque mediterráneo con encinas, robles y pinos hasta alcanzar la cota de casi 900 metros por encima del nivel mar, ese mismo que a lo lejos deja ver su línea de horizonte. 

Sobre la cima Mas Farell sobresale como un faro de paredes blancas sirviendo de guía a esa otra estirpe de navegantes que son los caminantes con o sin mochila y tan a menudo en bicicleta que deciden aventurarse en este mar en calma. Una vez arriba, al otro lado de la montaña, aparece un pueblecito con el encanto acostumbrado que tienen las poblaciones cuando sus orígenes son medievales. 

San Sebastià de Montmajor a vista de pájaro es un pequeño reducto en mitad de un entorno privilegiado. 

Desde Mas Farell todo parece más cercano, esto es: el cielo, el mar y la naturaleza. 

Desaparecen las distancias, tanto es así que desde arriba simplemente alargando la mano parece que uno pueda tocar ese pueblo de pesebre y cambiar la disposición de sus casas y sus habitantes a antojo. Y otro tanto sucede con Barcelona al fondo separados por una treintena de kilómetros o con Caldes de Montbui a dos leguas de las de antaño que saben algo mejor.